El hombre que dicta la sentencia #93: Rurouni Kenshin [Ed. Kanzenban] #1

Pese a estar preparando exámenes y realizando prácticas, me sabe mal dejar esto sin actualizar. Así que, sacando algo de tiempo, os traigo otro ciclo de reseñas manga. Esta vez le toca a la genial edición kanzenban de Rurouni Kenshin, una compra que considero obligada para todo amante del shônen manga:

Hace unos 150 años, en una Kioto sumida en el caos de la convulsa época del Bakumatsu, había un guerrero al que todos llamaban Hitokiri Battôsai, el "diestro asesino del arte de desenvainar".

Un hombre que acababa con enemigo tras enemigo en el fragor de la batalla. Un hombre que abrió el camino de la nueva era "Meiji" con el filo ensangrentado de su katana. Un hombre al que se tragó la tierra nada más terminar el conflicto. El paso del tiempo otorgo a este hombre el legendario apelativo de "el más fuerte".

Esta epopeya romántica empieza en el año 11 de Meiji (1878), en los barrios populares de Tokio...

¿Quién no conoce Rurouni Kenshin a estas alturas? Pues hay gente, ojo. Así que para aquellos que no hayan oído hablar de la serie, expondré un breve resumen.

La historia de Rurouni Kenshin nos sitúa en el año 11 de la era Meiji, dónde se nos presenta a Kenshin Himura, un rurouni ("samurái errante sin amo"), que vaga por todo Japón defendiendo al inocente con su espada. Sin embargo, Kenshin alberga un sangriento pasado. Es el legendario "Hitokiri Battôsai", un legendario asesino, guerrero de la Restauración, que ayudó durante el Bakumatsu a la victoria de los suyos en su intento de poner fin al shôgunato. Ahora, ya en período de paz y cambio, nuestro rurouni se ha distanciado de sus compañeros del pasado, que ahora ocupan altos cargos en el gobierno Meiji, para así redimir su pasado de asesino protegiendo al inocente, jurándose así mismo no volver a matar, y empuñando una sakabatô ("espada de filo invertido") cómo muestra de determinación hacia su nueva empresa.

Sin embargo, su vagar por el "país de los dioses" se detendrá de forma indefinida al conocer a Kaoru, instructora del estilo Kamiya Kasshin-ryû en un dojo de kendo. Kenshin la ayudará a solventar un problema y a petición de esta, se quedará cómo invitado del dojo, ayudándola a volver a ponerlo en funcionamiento.

A lo largo del resto del tomo se nos presentarán otros personajes, cómo Yahiko Myôjin, un chaval de 10 años, samurái autoproclamado, perteneciente a la prefectura de Tokio, que quiere convertirse en un gran hombre cómo su difunto padre, y se siente fascinado por el Hiten Mitsurugi-ryû, el estilo de esgrima de Kenshin. Así pues, acabará uniéndose a Kenshin y Kaoru, pero entrenando el Kamiya Kasshin-ryû bajo la estricta tutela de la segunda, muy a su pesar.

También tenemos a Sanosuke Sagara, "el especialista en peleas", un superviviente de las Sekihôtai, que busca venganza contra los guerreros de la Restauración por las muertes de su capitán y compañeros, y se enfrenta a Kenshin cómo rival, para después convertirse en uno de sus más valiosos aliados, al ver que el rurouni defiende los mismos ideales que su difunto superior.

Un primer tomo introductorio muy completito, con páginas a color, un one shot qué supongo que sería el capítulo piloto de la serie, personajes muy carismáticos, buenos combates, ambientación interesante y un dibujo que, a mí personalmente, me gusta bastante. Además, este primer tomo contiene una aclaración histórica por parte de Marc Bernabé, muy útil para comprender mejor la ambientación de la trama y, cómo dato curioso, un mensaje de Alfons Moliné que nos revela que, de no ser por el éxito de esta serie en su primer lanzamiento, probablemente Glénat España habría fenecido allá por el 99. ¿Necesitarán ahora de un nuevo gran éxito para volver a levantar la cabeza, ante el inesperado "sueishazo"? El tiempo dirá.

Lo mejor: La sobrecubierta y la cubierta (esta última, incluye rediseños de personajes. En este tomo en concreto, a Kenshin). El dibujo. La ambientación histórica. Los combates. Los personajes. Las páginas a color y la edición en general.

Lo peor: Diría que nada, pero eso no sería ser completamente objetivo. Por mencionar algo, que algunas técnicas resulten algo impensable, tratándose de un manga de ambientación histórica. Pero oye, es un shônen. Tomarse esas licencias es algo normal.